Aislamiento social desde las mujeres más allá de las fronteras

Días previos al confinamiento, tenía en mente muchos proyectos nuevos e ilusionantes para llevar a mi alumnado; había trabajos a medio hacer y otros envueltos para comenzar. A punto de bajar del metro para dirigirme a mi clase, una llamada telefónica me avisa de que las clases se han suspendido sin más explicaciones. La orden venía del Ayuntamiento. De vuelta a casa, ya se veía que los vagones del metro no iban tan llenos como días anteriores y a esa misma hora. No terminaba de creerme lo que estaba pasando. Las imágenes de las películas surrealistas y futuristas se me iban acumulando como si se tratase de un panorama distante.

Durante los primeros días de marzo, no había ninguna situación de descontrol en el país que hiciera temer una transmisión, o contagio descontrolado; simplemente se nos pidió tomar precaución y ser responsables tapándonos la boca cada vez que estornudáramos o al toser. Nada hacía presagiar que la OMS reconocía la situación de emergencia de salud pública ocasionada por el COVID – 19 como una pandemia internacional y que, dos días más tarde, el 14 de marzo, el Gobierno de Pedro Sánchez, (presidente del PSOE en coalición con Unidas Podemos) declaraba el estado de alarma para la gestión de la crisis sanitaria ocasionada por el COVID – 19.

La Comunidad de Madrid (junto con Barcelona en la Comunidad de Cataluña) es la región de España más afectada por el COVID – 19. Eso no es fruto de la casualidad ni de que los astros se alinearan para que el epicentro de la pandemia recayera sobre nuestra comunidad. Las políticas “austericidas” de la derecha neoliberal gobernada por el Partido Popular (24 años), los recortes en sanidad y servicios sociales, las concesiones a “fondos buitres” y las privatizaciones son, en gran parte, la causa y el resultado del caos y el colapso en los hospitales madrileños. El agotamiento de los profesionales sanitarios, la escasez de recursos materiales y humanos, la situación de incertidumbre, y el agotamiento y saturación de los centros sanitarios hacían esperar un desenlace fatal.

El confinamiento está resultando muy doloroso y violento para muchas mujeres y niñas. ¿Qué significa quédate en casa cuando tu agresor violador está en la misma vivienda? muchas veces son mujeres que no están en redes ni conocen los recursos donde poder acudir cuando están en situaciones de peligro.

La crisis de la pandemia por el COVID – 19 saca a relucir el drama y la tragedia de los geriátricos y residencias de ancianos. Destapa un negocio muy lucrativo para los desalmados multimillonarios y empresarios corruptos que han negociado con la vida de nuestros mayores y esclavizado a las trabajadoras de los centros geriátricos con salarios de miseria y jornadas laborales maratonianas, por no hablar de la escasez de los recursos materiales, la falta de personal, la nula calidad de los alimentos, etc.

Ante toda esta cadena de irregularidades y un desprecio absoluto por la vida cabe preguntarse ¿quién controla los cientos de millones de euros de dinero público que cada año salen de las Administraciones a empresas privadas, a cambio de que cuiden a nuestros mayores? ¿Cómo es posible que todas estas manifestaciones y denuncias reiteradas por parte de familiares y trabajadoras de las residencias hayan quedado en un cajón olvidadas y que no haya un mínimo de sensibilidad por parte de quien corresponda acabar con toda esta impunidad?

Aislamiento social y coronavirus

El distanciamiento físico no es lo mismo que aislamiento social. Este se presenta cuando una persona se aleja de su entorno de manera voluntaria. También se le puede aislar e impulsar a la persona a que se confine.

Mi experiencia personal nada tiene que ver con las que voy a describir en adelante porque parto del privilegio de vivir en una casa confortable y con las necesidades básicas cubiertas, pero eso no quiere decir que no me afecte de alguna manera este confinamiento. Me afecta no poder abrazar a mi hijo cada vez que me deja la compra en la puerta como si fuera un extraño, pero eso sí, al menos podemos intercambiar unas palabras durante unos minutos antes de que se vaya. Me duele y me entristece no haber podido acompañar a mi amiga en los momentos de trance y de duelo por la pérdida valiosísima de su compañero. He perdido amigos a quienes me hubiera gustado poder acompañar en el final de sus vidas y he sentido el pánico en el cuerpo cuando mi salud se quebró en algunos momentos del confinamiento. Por momentos, entraba en bucle y no podía ver con claridad lo que estaba sucediendo. La incertidumbre, el desasosiego y la falta de horizonte me hacían perder el suelo. Afortunadamente, los aprendizajes de la vida y las herramientas aprendidas me hicieron remontar, volví a retomar las lecturas de viejos libros de teología y descubrí que, en esa segunda lectura, la mirada había cambiado. El gozo y el disfrute se han superado con creces.

He ido acomodándome poco a poco a estos tiempos de pandemia con serenidad y sin el mayor problema. Si algo he ido aprendiendo a lo largo de estos años como ceramista, es que los tiempos del barro son tiempos pausados; requieren de mucha paciencia. Así, los procesos son importantes para finalizar la obra. Son momentos propicios para despertar la conciencia, la escucha activa y atenta con lo que está aconteciendo en la vida. Sin duda, esta crisis nos está dando la oportunidad para reflexionar cuáles son las prioridades, las necesidades humanas más vitales y los trabajos indispensables para el sostenimiento de la vida.

Cada día a las 8 de la tarde, todo se paraliza para salir a las ventanas, terrazas y balcones para agradecer y homenajear a los y las profesionales de la salud pública. Desde mi terraza, hago extensible el aplauso con emoción y gratitud para todas aquellas personas cajeras reponedoras, cuidadoras, etc., que han hecho posible nuestra supervivencia.

En mi caso particular, el confinamiento está suponiendo una oportunidad para participar en plataformas virtuales con mujeres de otros países. Compartimos la incertidumbre de lo que está por venir, cuáles son los desafíos y propuestas que tenemos desde el movimiento feminista en todo el mundo ante la pandemia del COVID – 19 y cómo la emergencia sanitaria provocada por esta pandemia pone de manifiesto las vulnerabilidades y la fragilidad de la vida y las desigualdades.

El confinamiento no se vive de igual modo en una vivienda confortable, con la nevera llena, con un salario al final de mes, con un buen colchón económico, disponibilidad de una buena red de internet, un PC o Tablet para cada miembro de la familia y poder teletrabajar, que haber perdido el trabajo, esperar a que te concedan un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo), no tener para comer, ni para pagar el alquiler, la luz, el agua, el gas. Otra situación difícil es tener criaturas a cargo y no saber cuándo se podría recibir el expediente y, en caso de que te lo concedan, la incertidumbre de cuándo te lo van a ingresar. Tampoco es lo mismo vivir confinada en un apartamento donde viven tres familias y en una de las habitaciones conviven dos adultos y dos criaturas, todas ellas con un solo baño y una nevera pequeña compartimentada para tres familias y, en algún caso, con un miembro de la familia con el COVID – 19.

¿Cómo resolver ahí la cuarentena del paciente infectado sin que los demás se contaminen? A muchas mujeres migrantes que viven en estas condiciones se les suman las preocupaciones y angustias de cómo están viviendo sus familias en los países de origen y la dificultad para enviarles dinero. El confinamiento está resultando muy doloroso y violento para muchas mujeres y niñas. ¿Qué significa quédate en casa cuando tu agresor violador está en la misma vivienda? Muchas veces son mujeres que no están en redes ni conocen los recursos donde poder acudir cuando están expuestas a situaciones de peligro. La carga de la crisis ha recaído fundamentalmente en estas mujeres.

El trabajo realizado en red desde las distintas asociaciones y organizaciones sociales junto a las asociaciones vecinales resulta ser complejo. La solidaridad, el apoyo y la ayuda mutua es imprescindible en estos tiempos de emergencia. El creciente número de familias nuevas que acuden a los servicios sociales no tiene dinero para el alquiler ni para realizar la compra diaria. Algunos Centros de Salud Sexual y Reproductiva están abiertos con servicios mínimos, otros con cita previa y con un justificante para las personas que acuden para que no sean sancionados por la policía. Se observa también que se ha producido un aumento significativo de problemas de salud mental.

Ante toda esta vulnerabilidad, pérdida de empleos y situaciones límites, el Gobierno tiene previsto aprobar el Ingreso Mínimo Vital a finales de mayo. Pronto se hicieron notar los jerarcas de la Iglesia Católica. El portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha declarado que el Ingreso Mínimo Vital es indispensable, pero sólo mientras dure la crisis del coronavirus.

En su opinión, pensar en una permanencia de grupos amplios de ciudadanos que vivan de manera subsidiaria le parecería poco deseable a largo plazo. Tendrán la osadía y poca vergüenza en realizar estas declaraciones cuando la Iglesia Católica lleva toda la vida gozando de privilegios, la que más subsidios recibe de toda España ¿quién vive de subsidios sino ellos?

Es absolutamente condenable y despreciable que, viviendo en palacios y casas de 400m en las que cada salón podría cobijar a muchas familias, tengan la desfachatez de manifestarse de esta manera. La Conferencia Episcopal Española, una vez más, vuelve a aplicar la “ley del embudo”. Una de las asignaturas pendientes en el Estado español es la defensa de un Estado laico.

La crisis de la pandemia por el COVID – 19 ha puesto en evidencia el resquebrajamiento del sistema capitalista neoliberal patriarcal colonial, que ya venía siendo cuestionado desde la comisión 8M del movimiento feminista y por la que este 8 de marzo pasado salimos a las calles para cambiarlo todo y para hacer historia juntas con el lema: ¡Con derechos!, ¡sin barreras feministas!, ¡sin fronteras!

Muchas fueron las reivindicaciones, todas ellas importantes. Hoy más que nunca con esta crisis sanitaria y socioeconómica urge la necesidad de un cambio radical en nuestro estilo de vida. La crisis es una oportunidad para el cambio y sin cuestionamiento no hay libertad para posibilitar esta transformación. La lógica de este sistema es una lógica destructiva y aniquiladora para nuestra pachamama y para los seres que la habitamos.

Si algo nos ha enseñado esta pandemia, es que no queremos volver a la “normalidad” en la que no teníamos vida propia, la que ha generado tantas desigualdades e inequidades, precarizado, la que ha orillado a un sector amplio de la sociedad a la pobreza más absoluta. De este modo, lo viene proclamando el movimiento feminista cada vez con más fuerza y en más lugares del mundo; como esta pandemia nos lo ha demostrado, aún es imprescindible esta transformación.

Necesitamos un cambio radical con una visión de futuro que mejore la vida y que esta sea el centro de la economía. “Cuando no hay visión, el pueblo muere” (Prov. 29,18). Ahora, más que nunca, uniremos fuerzas y esperanzas y juntas forjaremos ese futuro que ya nuestras ancestras soñaban.

 

Referencias bibliográficas

Bayo, C. (23 de marzo de 2020). Derecha neoliberal diezmó la sanidad pública para la que ahora reclama más recursos y personal. Público. Barcelona. Recuperado de https://www.publico.es/politica/derecha-neoliberaldiezmo-sanidad-publica-reclamarecursos-personal.html [Consulta: 23 de marzo de 2020].

Rico, M. (26 de abril de 2020). Fondos de inversión, multimillonarios y algún empresario corrupto controlan los 13 mayores grupos de residencias en España. InfoLibre. Recuperado de https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/04/27/los_verdaderos_duenos_las_residencias_espana_106217_1012.html [Consulta: 26 de abril de 2020].

 

[1] Es teóloga por el Instituto Superior Pastoral, León XIII. Universidad Pontificia de Salamanca.

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